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Una aventura que te mantendrá en vilo hasta la última página. ¿Y si resolviéramos un misterio que trastocara las bases de toda nuestra cultura? El profesor Armando Dorado ha desaparecido. Llevaba diez años dedicado en cuerpo y alma a la búsqueda de unos bifolios incluidos en un antiguo códice, y justo cuando parece que los ha encontrado, tanto el profesor como los papeles quedan en paradero desconocido.

Finge como un poeta, escribe como un espía. Toda novela encierra un enigma: el autor, como si de un espía se tratase, codifica sus ideas entre las páginas y solo los lectores más avezados logran descubrir su verdadero significado. Eso es lo que le sucede a Daniel, un traductor madrileño que acaba de viajar a Berlín para indagar sobre un extraño libro cuyo origen se remonta a la Alemania de los años ochenta, cuando la Stasi lo vigilaba todo, incluso los círculos de los jóvenes poetas. Tras llegar a Alemania conoce a Hans, un peculiar editor, y a su misteriosa hija Sarah.

El médico de urgencias AJ Docker no es ajeno a la violencia, pero la brutal tortura y asesinato de una joven paciente inocente exige una respuesta. Junto con su amigo policía y un perro policía, se embarca en una búsqueda de justicia para su paciente fallecida.

El legendario restaurador de arte y espía Gabriel Allon ha llegado sigilosamente a Londres para asistir a una recepción en la Galería Courtauld, que celebra la devolución de un autorretrato robado de Vincent van Gogh. Pero cuando un viejo amigo de la Policía de Devon y Cornualles le pide ayuda en la investigación de un misterioso asesinato, Gabriel se ve involucrado en la persecución de un nuevo adversario poderoso y peligroso.

Patrick Howard, célebre periodista de true crime, se suicida en directo durante el programa con más audiencia de Estados Unidos. La joven inspectora Alison Hess se enfrenta así a su primer caso. Aunque todo apunta a un simple suicidio, Alison descubre que antes de morir Howard estaba escribiendo un libro sobre un famoso caso que quedó sin resolver: la muerte de Hannah Larson, de diecisiete años, brutalmente asesinada en 1993 cerca del río Hudson, a pocas manzanas de Manhattan.

Un policía sin reglas. Una inspectora meticulosa. Un enemigo poderoso. Cuando despierten la ira del dragón negro, no habrá vuelta atrás. En la cultura china, los dragones se asocian con la buena fortuna. Excepto el dragón negro, que simboliza la maldad. Cuando a la inspectora Estela Domínguez le asignan el caso de cinco hombres que han sido ejecutados en lo que parece ser un vulgar ajuste de cuentas entre bandas locales, no imagina que acabará despertando la ira de un criminal cruel como un moderno dragón negro.

El don de hablar con los muertos…. puede costarte la vida. Una noche, mientras el último tañido de las campanas de la iglesia resuena en el aire, el cuerpo frío y sin vida de Sandra Deakin es hallado con múltiples heridas de arma blanca en el cementerio. La detective Kim Stone llega rápidamente al lugar, y la violencia que presenta el cuerpo la convence de que el ataque fue personal. ¿Qué podría haber causado tanto odio? Mientras el equipo empieza a investigar la vida de la víctima, descubren que Sandra creía tener la capacidad de comunicarse con los muertos.

A Arrate le contratan para un fin de semana en una mansión de la costa. Al parecer; o eso le dicen; debe ser el objeto de los celos de un pretendiente. No lo ve nada claro, pero acepta. El asunto se va complicando, y resulta uno de sus casos. Hay muertos, y él está en medio, como siempre.

Una joven es asesinada después de abandonar una discoteca. La policía no encuentra ni siquiera unas pistas. La madre de la joven, una viuda con algo de dinero, contrata a Ricardo. Pero hay otros casos similares, que indican que se trata de un asesino serial. En esta ocasión, Arrate realiza una investigación digna de un detective. Su norma siempre ha sido: pegar primero, y preguntar después. Aunque sigue dando golpes, o disparando, busca detalles e interroga a medio mundo, de forma civilizada, como un sabueso. Y en medio del caso, atiende otros de sus típicos trabajos.

El obispo de Villegas es asesinado, en San Pedro. El arzobispado logra que los medios digan que murió de un ataque al corazón. El secretario de su ilustrísima se pone en contacto con Arrate, para que investigue la muerte. Que lo haga sin meter ruido, y que el resultado no llegue a la prensa, y ni siquiera a la policía. El mismo presidente apoya que todo se lleve en el más completo sigilo. Le repiten, hasta la saciedad, que con total discreción.

Los que secuestraron a la esposa del íntimo amigo de Arrate, no tenían ni idea de lo que les podía pasar. Lo fueron descubriendo poco a poco, hasta que ya daba igual que lo supiesen como no, porque estaban muertos.

En realidad, la viuda negra no asesina a su pareja. El macho muere porque se retira, abruptamente, al terminar la cópula. Se le quiebra el aparato reproductor, y eso le produce el fallecimiento. Lo que es bien cierto es que la hembra lo devora. No sucede tanto, en esta novela, pero él fallece. Ricardo realiza, en este caso, una investigación paso a paso, aplicando el dicho: por el hilo se saca el ovillo.

En esta novela, Ricardo está inactivo, durante dos semanas, por el Covid, la plaga de principios de este siglo. Sin nada que hacer, rememora algunos casos y sucesos. Por otra parte, además de las distintas aventuras reales, tiene otras oníricas, posiblemente motivadas por la fiebre. Si bien en su vida suceden absurdos, en los sueños todavía más. El ron produce fantasías y alucinaciones, que proceden de ciertos deseos reprimidos, como matar a diestra y siniestra.

Los asesinatos parecen tener una relación, al tratarse de dos damas de la noche. Por lo tanto, se trataba de un putafóbico. Pero, luego, suceden asesinatos, con la misma arma, de personas que, ni son mujeres, ni se dedican a la venta de placer. Ricardo es contratado, para dar con el asesino.

Un par de ladrones entra al taxi en el que va Jenny, le roban y la golpean duramente. Ricardo acude a verla. Ella le dice que no use sus métodos, pero los niños piden que acabe con los tipos. Ya que tenía el consentimiento de “sus hijos”, va a cazarlos, sin importarle que los compañeros de ella, los federales, hayan emprendido una búsqueda. Ellos hubiesen tenido suerte, de haber caído en manos de la policía, en vez de en las garras de Arrate.

Una mujer es asesinada. La hermana de la difunta contrata a Ricardo. Alguien importante no quiere que él investigue. Eso le pide el capitán de Homicidios. Alguna razón debe haber para ello. Arrate comienza a sacar basura.

A Ricardo lo requieren para resolver un asesinato. No resulta nada raro que maten a alguien, en este mundo de locos. Pero sí que la víctima se crea vampiro, y el homicida: uno de los iluminados que limpian el mundo de maldad, por mandato divino. Los vampiros, o los que así se creen, asisten a un club muy especial. Arrate se quedará asombrado, ya que es mucho más extraño que otros sitios que ha conocido. Piensa que vive dentro de una película de Drácula.

Una mujer ve, por la calle, a su marido, quien murió un año atrás. Está segura de que el caminante era el difunto, pero también afirma que el enterrado lo fue. Así que ella se está volviendo loca. Para que eso se aclare, acude con Ricardo. Éste investiga. Descubre algo que no imaginaba.

En un asesinato, en vez de intervenir el departamento de Homicidios, lo hacen unos agentes de Vicio. Llegan antes, aunque no es su línea de trabajo. Algo raro sucede. Los de Vicio alegan que se trata de un narcotraficante conocido, un minorista. Pero eso no es razón para acudir a un homicidio. Los federales quieren intervenir, pero alguien de arriba les ordena dejar el caso en manos de los del departamento de Vicio. Aún más extraño. Por ello, los propios federales recurren a Arrate, ya que él puede llevar una investigación independiente.

Arrate es testigo en un juicio, contra un joven que ha asesinado a alguien. Al asesino lo condenan, por su testimonio. Por ello, el padre del homicida pone precio a su cabeza. Ricardo debe huir, para que no lo maten un montón de cazadores de recompensas. Además, debe conseguir que retiren la recompensa. Para ello, debe convencer al que la ofrece.