
DIA 140 - David Censa al Pueblo
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Hoy estaremos leyendo 2 Samuel 23 y 24, Hechos 13:1-25 y el Salmo 83:14-18. En 2 Samuel 23, encontramos las últimas palabras de David. Dice: “El Espíritu del Señor habla por mí; sus palabras están en mi lengua. El Dios de Israel habló; la Roca de Israel me dijo: ‘El que gobierna con justicia, gobierna en el temor de Dios’” (versículos 2-3, NTV). David reconoce que su liderazgo, sus victorias y sus decisiones vinieron del temor de Dios, no de su propia capacidad. A continuación, se honra a los valientes guerreros que lo acompañaron, hombres que marcaron la historia no solo por su fuerza, sino por su lealtad al rey ungido por Dios.
En 2 Samuel 24, David comete un error al censar al pueblo, buscando quizás seguridad en números en lugar de confiar en Dios. Cuando se da cuenta, se arrepiente y dice: “He pecado gravemente al hacer esto. Señor, perdona mi culpa por haber actuado tan neciamente” (versículo 10, NTV). Dios le ofrece tres opciones de juicio, y David, una vez más, se entrega a la misericordia del Señor. Elige la plaga, confiando: “Es mejor caer en manos del Señor, porque su misericordia es grande, que caer en manos humanas” (versículo 14, NTV).
Reflexiona: ¿En qué estás confiando más: en tus recursos o en la guía de Dios? ¿Tienes la humildad de reconocer cuando has fallado y volver al camino?
En Hechos 13, el Espíritu Santo aparta a Bernabé y a Saulo para la obra misionera. Luego, Pablo comienza a predicar en la sinagoga y hace un repaso de la historia de Israel, enfocándose en David. Declara: “Pero Dios quitó a Saúl y lo reemplazó con David, un hombre de quien Dios dijo: ‘He encontrado en David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi propio corazón. Él hará todo lo que yo quiero que haga’” (Hechos 13:22, NTV). Pablo muestra que Jesús es el cumplimiento de la promesa hecha a David: un Salvador para Israel y para todo aquel que cree.
Reflexiona: ¿Estás haciendo lo que Dios quiere que hagas o solo lo que deseas hacer tú? ¿Tu vida está alineada con su propósito o simplemente con tus planes?
En el cierre del Salmo 83, el salmista clama por intervención divina, diciendo: “Persíguelos con tus tormentas, aterrorízalos con tu tempestad. Haz que se cubran de vergüenza para que puedan buscar tu nombre, oh Señor. Llénalos de humillación y miedo para que reconozcan tu poder y tu nombre glorioso” (Salmo 83:15-18, NTV). No es una oración de venganza, sino un llamado a que Dios actúe para que las naciones lo reconozcan como el único Dios altísimo sobre toda la tierra.