En medio de la reconstrucción y el cansancio, el pueblo de Israel escucha la Palabra y se conmueve profundamente. Estaban quebrantados, conscientes de sus errores. Pero Nehemías no los deja en tristeza; les recuerda una verdad poderosa: el gozo del Señor es su fuerza.

Ese gozo no viene de las circunstancias, sino de saber que Dios está con nosotros, que somos perdonados, que hay esperanza. No es un gozo superficial, es una fuerza interior que levanta cuando el alma está débil. Es el gozo de sabernos amados y sostenidos por Dios, incluso en medio del caos.

La familia fue el primer diseño de Dios, por eso Satanás siempre ha querido destruirla. Sabe que una familia dividida es frágil, pero una unida en Dios es imparable. Pelea por tu familia, porque vale más de lo que el enemigo quiere hacerte creer.

El ser humano tiene una peligrosa tendencia al olvido espiritual. Cuando todo va bien, solemos olvidarnos de la Roca que nos creó. Dios mismo se presenta como nuestra Roca, nuestra fortaleza y base firme. Hoy Él nos recuerda: no te olvides de la Roca que te creó. En ella está tu verdadera seguridad.

Vivimos en tiempos inciertos, donde hay rumores de guerras, crisis y cambios constantes. Pero en medio de todo, te invito a caminar con el Dios de los siglos. El Salmo 90:1 nos recuerda: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.”

Nuestro entorno puede cambiar, pero Dios no. Él es eterno, soberano y fiel. Caminar con Él es aferrarnos a la Roca que no se mueve, confiar en Aquel que estuvo, está y estará por siempre. En un mundo inestable, hay descanso seguro en su presencia.

En la actualidad se ha perdido el temor reverente por el Señor y se ha suplido por la familiaridad con el cristianismo. Temer al Señor es la base de una vida sabia y consagrada al Dios Santo y Justo, Él es Fuego Consumidor. Nuestra adoración sincera es la forma de expresar nuestra devoción y reverencia; nuestra obediencia humilde y constante, una vida que refleja el respeto a los mandatos de nuestro Señor. Despojémonos de la rutina y vivamos cada oración, cada canción y cada servicio al Señor desde un corazón agradecido del que brota un anhelo de agradarle en lo íntimo.

Cuando oramos, aunque no veamos respuestas inmediatas, Dios ya está obrando. En medio de la prueba, muchas veces no entendemos el "por qué", pero al final, todo toma su lugar. Dios no permite nada sin propósito. Su tiempo es perfecto y su poder, ilimitado. Lo que hoy parece una dificultad, mañana será testimonio. Por eso, cuando la tormenta pase, debemos mirar atrás con gratitud, reconociendo la obra que Él hizo en nuestra vida. Porque no solo resolvió nuestra adversidad, también moldeó nuestro carácter y fortaleció nuestra fe.

Todos pasamos por momentos donde sentimos que la vida nos golpea y queremos rendirnos. A veces, la batalla más fuerte está en la mente, marcada por heridas del pasado.

Pero en Salmos dice: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.” Dios ya preparó tu mesa. No le des lugar al miedo, la culpa o el pasado. Solo Dios tiene autoridad para sentarse ahí. Hoy, decide recuperar tu mesa. Él te invita a conquistarla de nuevo.

En un mundo que cambia, Jesús sigue siendo la única verdad. Todo lo demás puede fallar, pero la esperanza permanece firme en el Hijo de Dios. Pon tu corazón en Jesús. Todo lo demás pasa. Él permanece.