El salmón empieza a escasear de manera preocupante de los ríos asturianos. Es algo en lo que coinciden pescadores y ecologistas, que no dudan a la hora de emplear adjetivos como «nulidad» o «calamidad» para calificar la temporada de pesca de salmón que ha terminado este mismo martes. Aunque tal vez el verbo empezar no sea el más adecuado, al menos en este caso, ya que se trata de un descenso que se viene apreciando desde hace muchos años de manera recurrente. Delfín Puente Rodríguez, ex presidente y vocal de la Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial, explica que «la campaña ha rozado prácticamente la nulidad más completa en cuanto a capturas», lo que representa «un problema de envergadura». En total, en la presente temporada ha habido 95 capturas en el Nalón-Narcea, 23 en el Sella-Piloña, en el Deva-Cares siete, dos en el Eo y ninguno en el Esva. Son 127 capturas, lo que supone 249 menos que el pasado ejercicio. Según las estadísticas de la Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial, el año pasado hubo 376 capturas. 200 en el Nalón-Narcea, 109 en el Sella-Piloña, 51 en el Deva-Cares, 12 en el Eo y 4 en el Esva. Delfín Puente Rodríguez explica que el Sella lleva históricamente 60.836 salmones registrados de forma oficial, con «una punta de capturas de 2.871 en 1954». En el caso de el Cares, se acumulan 52.937 salmones, «que es una cantidad realmente notable», con «una punta de 2.613 salmones y luego muchos años que pasaron de 1.500». Asimismo, el sistema de ríos Narcea-Nalón tiene una punta «de 1.975 salmones en 1980» y el Eo «tuvo una punta de 1.222» ese mismo año. Asimismo, «el peso medio de los salmones que se pescaron en el Narcea es de 5.522 gramos y en el Sella de 5.221». Comenta que «este año se pescaron hasta la fecha 30 salmones» de peso superior a seis kilogramos. El expresidente y vocal de la Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial considera que en los cauces del Principado, el salmón «no tiene retornos atribuibles», y está «completamente de acuerdo» con lo que estima la administración del Principado, en relación a que todo tiene su causa en la pesca industrial en el océano por parte de países comunitarios, «concretamente Irlanda». Remarca que «Irlanda tiene dos caladeros que se acercan a Feroe y entran también por el canal de San Jorge, por los que se enredan los salmones asturianos». En este sentido, explica que «el salmón vive un año o año y medio en el río, con un tamaño parecido a la trucha». Llegado el momento óptimo de su desarrollo, «aprovechando las aguas y las crecidas de los ríos de principios de primavera, hace la emigración al mar y se dirige al océano Atlántico por el norte de los países bálticos». El problema, a su juicio, es que a los ríos del Principado que los vieron nacer «no retornan los que tendrían que retornar, primero porque, evidentemente, tienen depredadores en el mar como orcas y delfines, pero luego, cuando se acercan a Irlanda, se encuentran con redes kilométricas que los interceptan». En esta línea, Delfín Puente Rodríguez cree que «la costa Cantábrica española es el último bastión donde puedes encontrar salmones atlánticos en España», si bien «están disminuyendo en Asturias de una forma alarmante y no me extrañaría que esté pasando lo mismo en esas provincias que siempre tuvieron menor cantidad de retornos», simple y llanamente porque «el ciclo vital del salmón no se cumple».
Más
Menos