Lee Gálatas 3:15–18

Hace poco encontré una caja con documentos familiares que me habían dejado mis padres: títulos de propiedad del siglo XIX, un recibo de impuestos de 1901 e incluso una copia del testamento de mi tatarabuelo. Todos eran documentos legales, escritos a mano en papel amarillento. Eran vinculantes en su época, pero ahora no tienen ningún valor para mí; son solo nostalgia.

Cuando el apóstol Pablo instruye a los gálatas sobre el papel de la Ley en relación con su fe, añade una ilustración cotidiana en los versículos 15–18. Para complementar su serie de citas de las Escrituras (vv. 11–13), ofrece un ejemplo más mundano de un contrato legalmente vinculante, un “pacto humano” (v. 15). Pablo compara los testamentos humanos (documentos oficiales que no se pueden alterar ni ignorar) con el pacto abrahámico, que Dios quería que permaneciera inalterado. La Ley debía transmitirse de generación en generación, y culminar en su cumplimiento en Jesucristo (v. 16).

Pablo quiere ser muy claro (v. 17). Cuando Dios le dio la Ley a Moisés 430 años después de Su pacto con Abraham, no tenía la intención de que la Ley reemplazara al pacto (v. 17). La Ley no cumplió el pacto ni cambió la relación de Dios con Su pueblo. Su promesa a ellos permaneció. Además, el pacto de Dios con Su pueblo era acerca de su herencia, no dinero ni posesiones, sino identidad y pertenencia familiar. Pablo subraya que la recepción de esa herencia no dependía de su obediencia a la Ley. Más bien, se basaba únicamente en el carácter de Dios (v. 18).

Tal como los creyentes gentiles gálatas anhelaban ser incluidos en la familia de Dios, Pablo quería que entendieran que la forma de herencia era solo a través de Jesucristo, Su promesa y la gracia de Dios.

• ¿Qué aclara Pablo sobre la Ley y el pacto? ¿Qué nos enseña esto sobre las promesas de Dios para nosotros? Alaba a Dios por Su gracia hoy y por la herencia que tienes a través de Jesucristo.

Ora con nosotros

Jesús, no viniste a abolir la Ley de Moisés, sino a cumplirla. Tú eres quien interpreta correctamente la Ley. Qué alegría es darnos cuenta de que nos diste la libertad de esforzarnos, nos diste nueva vida bajo la ley del Amor.

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Lee Gálatas 3:10–14

Cuando estoy en “modo trabajo”, puedo concentrarme tanto en hacer las cosas que me pierdo completamente. Sé que no soy la única. Nuestros corazones y mentes humanas se fijan fácilmente en tareas concretas y urgentes, a veces en detrimento de nuestras relaciones.

En Gálatas 3:10–14, Pablo continúa construyendo su argumento a favor de una distinción espiritual similar. Una vez más, insta a los gálatas a no concentrarse ni confiar en sus “obras que demandan la Ley”, que solo sirven para condenarlos (“maldecir”) (v. 10). Tratar de desarrollar intimidad con Dios a través de las obras de la Ley requeriría una perfección absoluta, lo cual es, por supuesto, imposible. Irónicamente, Pablo cita la ley misma (Deuteronomio 27:26) para apoyar su argumento. “Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la Ley” (v. 10).

En cambio, Pablo reitera que el camino de la fe ha reemplazado al camino de la Ley (v. 11). La Ley por sí sola no es capaz de proporcionar justificación del pecado. Sólo una fe genuina dará como resultado una posición correcta ante Dios. Pablo cita nuevamente el Antiguo Testamento como evidencia: “El justo vivirá por su fe” (Habacuc 2:4). La fe es una confianza personal y activa en Dios para proveer una forma de redención que la Ley no puede proporcionar, y que el creyente nunca podría lograr solo.

Pero el objeto de esta fe es clave, y el único objeto eficaz es Jesucristo. “Cristo nos rescató de la maldición de la Ley al hacerse maldición por nosotros” (v. 13). Jesús no merecía ser maldecido. Como el Hijo perfecto e inocente de Dios, absorbió la maldición de judíos y gentiles por igual, haciendo posible la bendición universal de Abraham y el recibimiento del Espíritu (v. 14).

• ¿Alguna vez te pones en “modo trabajo” enfocado solo en las tareas e ignorando todo lo demás? ¿De qué maneras eres tentado a enfocarte en hacer buenas obras en lugar de andar en fe?

Ora con nosotros

Confesamos que muchas veces tendemos a confiar en nuestras habilidades y fortalezas, en lugar de levantar nuestros ojos hacia Ti. Espíritu Santo, guíanos por el camino de la fe y la confianza. Queremos buscar sólo a Cristo y verlo como el Camino, la Verdad y la Vida.

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Lee Gálatas 3:6–9

¿Qué mentores espirituales te han dado un ejemplo de fe? ¿Te dieron ejemplos tus maestros, pastores, colegas, familiares o amigos de cómo confiar en Dios y vivir en lo que crees? En Gálatas 3:6–9, Pablo les recuerda a sus lectores gálatas uno de sus mayores ejemplos de fe, Abraham. Los judíos en la época de Pablo honraban ampliamente a Abraham como un seguidor ejemplar de Dios. Y a lo largo de las Escrituras, se elogian los actos de obediencia de Abraham.

En Génesis 26, el Señor se le apareció a Isaac, el hijo de Abraham, durante una época de hambruna y temor, y le aseguró: “A ti y a tu descendencia daré todas esas tierras. Así confirmaré el juramento que hice a tu padre Abraham. Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y les daré todas esas tierras. Por medio de tu descendencia todas las naciones de la tierra serán bendecidas, porque Abraham me obedeció y cumplió mis órdenes y mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:3–5).

El Nuevo Testamento también expresa admiración por la conducta justa de Abraham. Santiago escribe: “¿No fue declarado justo nuestro padre Abraham por lo que hizo cuando ofreció sobre el altar a su hijo Isaac?” (Santiago 2:21). Hebreos 11 incluye a Abraham en su “salón de la fe” (Hebreos 11:8–12). En Gálatas, Pablo cita Génesis 15:6, enfatizando que la justicia de Abraham no vino por sus buenas obras, sino por su fe. “Así fue con Abraham: ‘Creyó a Dios y esto se le tomó en cuenta como justicia’” (Gálatas 3:6).

Las obras no son malas en sí mismas, pero por sí solas son insuficientes. Las obras no pueden transformar completamente el corazón humano ni profundizar la relación con el Dios todopoderoso. Esa transformación e intimidad comienzan con la fe y están disponibles para todos los que creen: todas las naciones, gentiles y judíos.

• ¿Por qué fue Abraham un modelo de fe para las generaciones futuras? ¿Qué dirían los demás de tu testimonio de fe y obediencia?

Ora con nosotros

Señor, gracias porque en nuestro viaje por la vida, podemos mirar a creyentes como Abraham, cuya fe Pablo alaba en la lectura de hoy. Padre amado, danos fuerza para perseverar en la fe y confiar como lo hizo Abraham.

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