No debemos sufrir con el síndrome de los piojos, haciendo cosas con la cabeza de otros, sin pensar por nosotros mismos.

Es sorprendente observar que por todas partes se intenta resolver los grandes problemas del ser humano. Se señala la falta de educación, de conocimiento, de tecnología o incluso de mutua comprensión, y parece que gran parte de la humanidad prefiere huir del problema real.

Dime, ¿has estado observando y vigilando tu propia maldad, tu propio pecado, fragilidad e impureza? ¿Puedes presentarte ante el Dios santo con manos limpias y corazón puro?

Una sociedad marcada por guerras, por conflictos violentos, sociedad marcada por el aborto, por el crimen... Es decir, vivimos bajo el signo de la muerte.

Lo que importa no es simplemente lo que entra, sino que lo que sale del hombre; eso es lo que lo vuelve impuro.

El sacerdote es una figura que tiene que ver con la intermediación entre Dios y el hombre. Pero el sacerdote se distingue del profeta. Acompañanos en esta nueva aventura para descubrir tal distinción.

Tristemente, muchas personas, cuando están haciendo algo malo, buscan un consejero que las hagan sentirse bien consigo mismas y quitarle el peso de su error de sus conciencias.

¡Qué delicia! Pasas al lado de un asador de carne y sientes aquel olor a carne asada con un aroma suave de aquellos que te hacen agua la boca...